- La historia balompédica ha insistido en compararle a jugadores de la talla de Ricardo Zamora, el Luis Suárez español, Jacinto Quincoces, Telmo Zarra, Félix Sesúmaga, Victorio Unamuno, Samitier, Pichichi, Di Stéfano, "Piru" Gaínza... Hablamos de jugadores que otrora practicaban el fútbol por pasión, y entre ellos también estaba el nombre de Guillermo Gorostiza Paredes.
Gran goleador y campeón como jugador del Athletic e ídem como jugador del Valencia, acabó mendigando fútbol por su mala cabeza. Muchas son las malas anécdotas que ensombrecen su increíble trayectoria futbolística, y gran culpa tiene de ello la lujuria, el lupanar y la bebida sin control.
Este poderoso atacante de banda izquierda era un extremo peligroso que inició su carrera en el Arenas de Getxo pese a la insistente oposición de su progenitor. Apodado desde pequeño "Lorito" y más tarde "la Bala Roja", Guillermo nació el 15 de febrero de 1909 en Santurtzi (Bizkaia). Allí comienza la historia de uno de los mejores futbolistas salido de los albores de la Liga Española.
- Dicen que, en tiempos de escasez y en una España muy necesitada, Gorostiza no pasó penuria alguna durante su infancia. A él no le faltaron juguetes, comida y buenas herramientas para la educación. En su casa había sirvientes y muy buen apoyo para buscar un camino directo al éxito profesional, pero Guillermo elegiría el éxito más corto, el del futbolista sin cabeza. Y es que por entonces el fútbol no daba para tanto como hoy en día, y menos si se hacía uso de aquel popular dicho de "lo comido por lo servido".
Nuestro protagonista de hoy no era buen estudiante. Siempre se escapaba para jugar al fútbol con los típicos fracasados del colegio, razón por la que su padre decidiría sacarle del Colegio Sagrado Corazón (Miranda de Ebro) para introducirlo como peón en la Naval de Santurtzi. Toda medida era poca, y pese a los esfuerzos de su progenitor, "Goros" tenía claro que quería seguir jugando al fútbol.
Entonces llegó a fichar por el Arenas de Getxo a razón de 150 pesetas. Sus intenciones desquiciaron al cabeza de familia y Guillermo sería enviado a Buenos Aires junto a su hermano, pero en un regreso a España para ingresar en la Armada de Ferrol, el santurtziarra acabaría convirtiéndose en un soldado de los terrenos de juego con aroma a hierba adornada con cal. Gorostiza fichó por el Racing de Ferrol, con el que ya empezó su fulgurante carrera como deportista. En el note galaico ya demostraría esas virtudes que tan lejos le llevaría en el mundo del balompié pese a sus constantes salidas nocturnas. Cuentan que a veces ingresaba con tal dosis de alcohol en la sangre que no era ni capaz de lanzar un penalti, o que sus propios compañeros tenían que ayudarle a atarse las botas. Pero también dicen que su estado de embriaguez no siempre le perjudicaba, como bien demostró en un partido en Balaídos frente al Celta, al que el jugador había llegado en pésimas condiciones, seducido por la noche viguesa. Eso no afectaría a su gran velocidad o potente y atinado disparo a puerta, ya que las mofas que generaba su preocupante estado ebrio, acababan convirtiéndose en ovaciones y elogios hacia el delantero vasco.
En 1929 volvería al País Vasco para entrar a formar parte del Athletic Club, donde coincidió con el técnico británico Mr. Pentland, quien sabría aprovechar al máximo las cualidades del atacante. De hecho, ambos sentían mutua admiración, y eso se trasladaba fuera del campo, donde ambos profesionales del fútbol compartían momentos en las diferentes zonas de ambiente de Bilbao.
El problema de Gorostiza era la noche, en especial el vino y el coñac. Pero cuando el santurtziarra entraba en el terreno de juego se transformaba en un tremendo futbolista, lago que ya quedaría plasmado en su estreno profesional de la Liga Española.
Gorostiza debutó el 1 de diciembre de 1929 en San Mamés, en una espléndida victoria del equipo rojiblanco sobre el Real Madrid (2-1). Los goles de "la Bala Roja" no se harían esperar demasiado, ya que en la siguiente jornada haría un tanto ante el Europa para empatar a dos en tierras catalanas.
El éxito estaba asegurado. El Athletic se haría con el título de Liga y Copa, mientras Guillermo se convertía en su mejor goleador al hacerse con el imaginable "Trofeo Pichichi" con sus veinte goles, sucediendo así al máximo realizador, Paco Bienzobas.
Tras otro doblete del equipo vizcaíno, Guillermo volvería a erigirse como máximo goleador del campeonato liguero en la campaña 31\32, en la que su equipo volvería a hacerse con la Copa. Aún conseguirían otro ejemplar en el siguiente ejercicio, así como otras dos Ligas antes de que Gorostiza dejase de contar para el club bilbaíno.
Hartos de sus salidas nocturnas, los actos de indisciplina y de la mala fama derrochada por las calles de Bilbao, la directiva del Athletic decidiría no contar más con el jugador, por lo que acabarían traspasándolo al Valencia .C.F. tras concluir la Guerra Civil española.
Pese a contar con más de treinta años, el atacante de Santurce daría muy buenas tardes de fútbol como jugador ché. Enamoró a la afición de Mestalla con su fútbol, al igual que enamoró a su presidente Luis Casanova pese a sus constantes salidas de tono.
Con el Valencia también ganó títulos, en concreto dos de Liga y uno de Copa. Transformado el leyenda valencionista, se marchó con la pésima fama que trajo desde Bilbao, con una pitillera de plata dedicada por el ilustre Luis Casanova como regalo de despedida, uno de los pocos bienes que no empeñó para subsistir en el futuro.
Gorostiza fue considerado por Luis Casanova como "el mejor extremo izquierdo del mundo de todos los tiempos". |
- Y es que aquel gran extremo que tanto entusiasmo como futbolista, sobrio o ebrio, acabaría mendigando fútbol llamando a muchas puertas que amablemente no se abrirían. Pese a poseer dos "Pichichis", 179 goles de 255 partidos en Primera y muchos títulos colectivos, pocos quisieron contar con la presencia de un hombre de deteriorado estado físico que pasó de estar sobrado de kilos a ser extremadamente delgado.
Gorostiza jugó para Barakaldo, Juvencia de Trubia y Logroñés, poniendo fin a su carrera en 1949 hasta vivir de lo poco que le quedaba. El que antaño había representado a España en el Mundial de Italia en 1934, falleció el 23 de agosto de 1966 en el Sanatorio de Tuberculosos de Santa Marina de Bilbao.
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