sábado, 2 de febrero de 2019

¿Te acuerdas de Carlos Purroy?



- El fútbol es arte y detrás de la figura de cualquier futbolista puede existir un artista. Carlos González Purroy admiraba a muchos compañeros de campo: Maradona, Mágico González, Johan Cruyff, Kortabarria... Por ejemplo, se inspiró en uno de sus mayores ídolos para crear una obra que a día de hoy luce en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Allí podemos encontrar la escultura "Detente", con la figura del gran José Ángel Iribar atajando un balón.

Obras ya ha creado muchas, pero también hay que tener en cuenta el arte que dejó como futbolista, llegando a defender el escudo de equipos como el Athletic, Osasuna o el extinto Club Deportivo Logroñés. En Primera jugó un total de 119 partidos.
Dedicó más tiempo al club rojillo, para el que jugó durante cuatro años al lado de otros admirados compañeros como Patxi Rípodas, Castañeda, Jon Andoni Goikoetxea y Tirapu entre otros. Con el Athletic se formó como jugador y dio el salto a la Primera División a comienzos de los años ochenta.

Carlos González Purroy junto a una de sus famosas obras.
- Purroy nació el 10 de abril de 1957 en Pamplona (Navarra). Sus orígenes como futbolista tuvieron lugar en un modesto equipo llamado Club Deportivo Pamplona. Gracias a destacar en el Campeonato de España de Juveniles encontraría en el fútbol un porvenir que le llevaría a darse a conocer. En ese campeonato se enfrentó al Athletic de Bilbao, club que se fijaría en sus maneras y en las de otros compañeros que acabarían ingresando en la vieja fábrica de Lezama. Su equipo no ganaría el torneo, pero aquella derrota supo convertirla en una victoria para su prometedor futuro, ya que en escasos meses se trasladaría a Bilbao para fichar por la entidad rojiblanca.
Por entonces, Purroy cursaba Bachiller. Los ojeadores vieron un talento especial en el jugador, un zaguero capaz de actuar como defensa central o como lateral zurdo. Se detectó en él una casta especial, bravura, carácter y buen manejo del balón. Poseía todas aquellas condiciones necesarias para llegar lejos en el mundo del balompié, y por ello empezaría a trabajar duro en la cantera bilbaína a partir de 1976. Desde el navarro pueblo de Falces, Carlos viajó en camión junto a sus compañeros para cumplir el sueño de dedicarse al fútbol.

Sus padres querían que se centrase más en sus estudios para acceder a la Universidad, pero aquel joven inquieto tenía clara su pasión por el deporte, por lo que continuó entrenando duro mientras se iniciaba en el mundo del arte y diseño en un centro de Bilbao, curso que el Athletic le pagaría durante su etapa de formación en el club.

Tras someterse a una operación a causa de una infección de amígdalas, Purroy fue a cumplir con el servicio militar en León. Allí jugaría para la Cultural Leonesa durante la campaña 1978\79, de donde pudo acabar jugando en el fútbol estadounidense con el Seatle.
Sin embargo, la directiva de Ibaigane le propondría entrar en el primer equipo del Athletic y eso le haría cambiar de opinión, por lo que retornó a la capital vizcaína para ponerse a las órdenes del técnico austriaco Helmut Senekowitsch, listo para conocer la Primera División española.

Pero no sería Helmut quien le permitiría debutar en competición, sino Iñaki Sáez, quien le sustituyó en el banquillo de San Mamés. El 19 de octubre de 1980 jugaría su primer partido en la categoría, en un enfrentamiento ante el Real Murcia en el estadio de La Condomina. Fue un partido muy disparatado que terminaría con 5-4 para los pimentoneros. Carlos tuvo poco menos de veinte minutos.

En la siguiente jornada establecería su primer gol en la máxima categoría. Él haría el único tanto de los rojiblancos en una dolorosa derrota en San Mamés ante el Espanyol de José María Maguregui. Los catalanes se impusieron por 1-2 ante un Athletic en apuros.
Tan solo disputaría doce partidos de una temporada 80\81 que acabaría con el equipo bilbaíno en noveno lugar. Carlos Purroy seguiría en Bilbao, pero su relación con el club rojiblanco no se extendería más de un año. Tras no contar prácticamente para Javier Clemente, el artista navarro abandonaría la disciplina rojiblanca para convertirse en rojillo. 

Con el Osasuna jugó cuatro años más en Primera. En el equipo navarro cumpliría con un papel más protagonista, con Pepe Alzate en el banquillo. Este técnico apostaba por la cantera y Purroy tuvo la confianza total de un entrenador al que admiraba mucho.

Aquel Osasuna tenía como objetivo la supervivencia en la máxima categoría, algo que cambiaría con  la llegada de Iván Brzić a Pamplona. El Osasuna lograría la primera clasificación para disputar la Copa de la UEFA, algo histórico. Purroy y los suyos disfrutaron de una histórica primera victoria europea ante el Glasgow Rangers. Fue una auténtica gesta.
El defensa con alma de escultor seguiría jugando para el club rojillo hasta la campaña 1985\86. Su protagonismo había bajado considerablemente y esto le llevó a abandonar la entidad de su tierra, de la que siempre guardará bellos recuerdos tras cuatro años de suerte dispar.

Con 32 años, Carlos Purroy dejó el fútbol para dedicarse de lleno al arte como escultor de grandes obras.

- Fichó por el C.D. Logroñés en el verano de 1986. Por entonces, el desaparecido club militaba en  Segunda y Purroy ayudó en lo que pudo para que la escuadra riojana regresase a la máxima categoría, objetivo logrado en su primera campaña de rojiblanco. Con el equipo de Las Gaunas volvió a jugar en Primera durante dos años más, hasta que antes de adentrarse en la década de los noventa decidió dejar el fútbol.

Carlos cambiaría el fútbol por el arte. A sus 32 años, el ex-futbolista pasaría a convertirse en un reconocido escultor que incluso a esculpido figuras relacionadas con el deporte. Su nuevo reto parece que desea trabajarlo en el Nuevo San Mamés, donde también se sintió querido como futbolista. 

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