viernes, 1 de marzo de 2019

¿Te acuerdas de Txetxu Rojo?



- Nunca se consideró una leyenda, por su naturalidad, su bella forma de ser y esa humanidad que le acompaña a todas partes. Lo que no sabe José Francisco Rojo Arroita es que es un ser admirado por muchos, tanto como jugador como cuando sirvió en los banquillos, servidor inclusive. Yo prefiero llamarle "Txetxu", todos queremos llamarle así.
Solo hay que echarle un vistazo a su carrera deportiva, con 414 partidos y 48 goles, siempre defendiendo a su Athletic. Solo hay que observar su trayectoria como entrenador de Athletic, Zaragoza y Celta. A mi, como gran celtista, me hizo soñar con aquella Copa que se escapó en 1994.

Esta es una historia que me toca la fibra, su historia, la del gran Txetxu Rojo, un hombre que dio todo como jugador del Athletic durante sus diecisiete años ligado al club de Ibaigane. También fue internacional por España, añadiendo a su impresionante currículo dieciocho partidos en los que marcó tres goles. Es un tipo elegante, único... un señor.

- Bilbaíno de pura cepa, Txetxu nació el 28 de enero de 1947. Es un hombre al que le gusta el deporte, salir a la calle y pasear tranquilamente. Así le pude conocer mejor, pues cuando entrenó a mi Celta solamente pude hablar con él cuatro veces contadas. Solía verle mucho por la playa de Neguri, donde Rojo solía ir a pasear pasando por delante de mi puesto de trabajo. Allí me contaba anécdotas, esas bellas historias de aquellos futbolistas que se conformaban con poco. Tuve la ocasión de comprobar su humanidad, como cuando me consoló en un descenso del Celta a Segunda División en el que también había corrido peligro su Athletic. Pero el Celta también era su Celta, ¡claro que sí!. Él sabe que le echamos de menos, pues fue un gran entrenador para la entidad olívica.
Uno se siente muy orgulloso cuando se topa con un ídolo como él, alguien que a su vez tuvo frente a frente a Iríbar, Arieta, Uriarte, Argoitia y Piru Gaínza. Precisamente el último fue quien hizo lo imposible porque Txetxu llegase al Athletic de Bilbao. Un ídolo ayudó a otro ídolo. Pero aquel fino extremo extremo izquierdo también tenía otro admirado fuera del histórico equipo rojiblanco, pues Rojo también ha llegado a reconocer que Johan Cruyff era de su gusto futbolístico. Eso sí, nadie será mejor que Gaínza para nuestro amigo, pues a él le seguía desde pequeño y con él disfrutó del fútbol.

Txetxu era "Rojo I", su hermano José Ángel era "Rojo II", pues es trece meses menor que él. Ambos jugaron en el Athletic, aunque el mayor llegaría antes, después destacar en el mítico Firestone donde fue descubierto por Agustín Gaínza, quien se lo llevó a la disciplina rojiblanca.

Rojo compartía la misma posición que yo cuando jugaba. Se desempeñaba como extremo izquierdo, peligroso, incisivo, goleador, esas virtudes que me faltaron a mi para llegar hasta donde él pudo llegar, campeón de dos Copas del Generalísimo en su trayectoria como león.
Salió del Firestone e ingresó en la cantera del Athletic, sin tardar demasiado en los planes del primer equipo, por entonces entrenado por el gran Gaínza. Con éste conocería la Primera División un 26 de septiembre de 1965, en un duelo ante el Córdoba en El Arcángel. La escuadra vizcaína, con Txetxu en la delantera, perdió por la mínima en tierras andaluzas (1-0).

En su primer año tuvo la oportunidad de lograr su primer título. En 1966 se midió en la final de Copa a un Zaragoza que en sus dos facetas futbolísticas ejerció de bestia negra. Nuestra bestia negra. El equipo maño, de los Violeta, Yarza, Canario y Lapetra, le privó de sumar su primer título al imponerse por 2-0.

Pero aquello quedaría en una simple anécdota de su estreno deportivo comparado con lo que estaba por llegar. En el recuerdo está su primer gol, aquel que consiguió en enero de 1966 frente al Valencia en Mestalla. Sus inicios fueron bonitos, y así lo reconoce él, que gracias a la confianza de su entrenador se convirtió en uno de los referentes de ataque de aquel equipo bilbaíno -mal llamado por entonces- Atlético de Bilbao. Txetxu sería uno de los ídolos del San Mamés de aquella época.

A finales de los setenta llegaría su primera conquista con la adjudicación de la Copa en 1969 tras imponerse al Elche en la final. Aquel Athletic de los Arieta, Rojo, Uriarte, Argoitia y Clemente se harían con el torneo que les hacía "Rey de Copas". Ya sin Clemente, repitieron título en 1973 ante el Castellón (2-0), con el yugoslavo Milorad Pavic en el banquillo.
No habría más títulos a partir de entonces, aunque sí más goles. Hasta 48 tantos registró el gran Txetxu Rojo, ese extremo sin complejos que insultaba al rival con su juego respetándolo moralmente en todo momento. El "muchacho excelente" siempre fue un caballero en los terrenos de juego.

Sus últimos pasos como futbolista los dio con el que antaño había sido su compañero de césped. Javier Clemente tuvo la oportunidad de "domar" a éste león que con 34 años dejaría de jugar, cerrando una etapa de diecisiete años representando al único club de su vida, el Athletic de Bilbao.

Como jugador del Athletic, Txetxu Rojo jugó 541 partidos entre todas las competiciones.

- En total fueron 541 partidos como rojiblanco, levantando aquellas dos Copas y viviendo maravillosos momentos en La Catedral, ese glorioso recinto deportivo que fue testigo de sus peligrosas internadas en el área rival. En 1982, Rojo dejaría el fútbol para seguir la estela de Javier Clemente.

Txetxu se convirtió en entrenador, en un buen entrenador. Primero estuvo ejerciendo en la cantera de Lezama a las órdenes de Howard Kendall, hasta que en 1991 se atrevió a coger al R.C. Celta en solitario. Casi nos da el título de Copa, pero otra vez el Zaragoza se cruzaría en el camino del bilbaíno, equipo al que después entrenaría antes de volver a Bilbao para sentarse en el banquillo de San Mamés. Tras sus últimas experiencias, Rojo dejaría de entrenar convencido de que ese ciclo había terminado. "Ahí si le llevaré la contraria a usted. Debería seguir entrenando, debería engrandecer más aún este deporte".

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