- En medio siglo, al Deportivo Alavés se le ha visto competir en todo tipo de batallas: Tercera, Segunda B, Segunda, Primera... Les hemos visto dominar Europa, descender, ascender y sobrevivir de milagro. A Fernando le tocó vivir aquellos duros tiempos de Segunda en la categoría de plata, cuando era impensable ver al equipo como lo vemos hoy, ocupando puestos europeos en Primera.
Fernando Montejo Valgañón disfrutó de un ascenso a Segunda tras formarse en equipos de menor rango como el Aurrera de Vitoria o el Loyola. Era un defensa robusto, un tipo duro de la retaguardia al que se le diferenciaba por sus cabellos dorados en aquella vieja plantilla vitoriana.
Nació el 6 de mayo de 1948 en Vitoria-Gasteiz (Araba). No pasó a la historia por ser un auténtico crack del balompié español, pero todos los que le vieron jugar en su época hablan maravillas de este defensor salido de los equipos juveniles de Loyola, allá por la década de los años sesenta.
Posteriormente jugaría para el Aurrera de Vitoria, una vez iniciada la siguiente década. En este equipo destacó de tal manera que con veintitrés años ingresaría en la plantilla de un Deportivo Alavés que militaba en Tercera División (por entonces no existía la Segunda B).
Aquella joven plantilla lograría ascender a Segunda División tras sellar su victoria ante el Getafe en el antiguo campo de Las Margaritas. Con el Alavés ascendido, la directiva del club quiso formar una plantilla competitiva que actuase bajo las órdenes de Ramón Galarraga. Además de Frechilla, Arambarri y Montejo, el conjunto alavesista contaba con un veterano guardameta, Rafael Alarcia.
Montejo ya se había ganado un puesto en la zaga blanquiazul, y ahora debería asegurar su puesto en una división que por entonces era muy exigente. No obstante, el entrenador nunca tuvo dudas, pues Fernando era el jefe de la defensa, un bravo jugador que sabía mandar en el campo de juego.
Ya desde la primera jornada formó en defensa con Arana, Tella y Español. El 8 de septiembre de 1974 conoció las exigencias de la segunda española frenando el ataque de un inofensivo Ourense, que en su propio estadio no sería capaz de hacer gol. Los vitorianos sacaron un valioso empate en tierras gallegas (0-0).
El equipo aguantó hasta la cuarta ronda copera, en la que cayó frente al Sant Andreu catalán. Mientras, en Liga, al equipo le costaba dar la talla, llegando a contar con dos entrenadores más tras la destitución de Galarraga, quien fue sustituido por Ignacio Eizaguirre. Tito Reyes sellaría la permanencia por los pelos, contando siempre con el incombustible Fernando Montejo.
Al año siguiente hubo una ligera mejora, contando con los fichajes del paraguayo Ortigosa y la llegada del argentino Jorge Valdano. En el banquillo estaba Ben Barek, quien tan solo echaría mano del zaguero vitoriano en la mitad de partidos del campeonato.
Montejo fue de más a menos en aquel Alavés que aún aguantaría varios años en Segunda División. Tampoco Joseíto le necesitó durante la campaña 1976\77, en la que Valdano ya dejaba pinceladas de su gran fútbol en la línea de ataque babazorra.
El zaguero gasteiztarra apenas tuvo apariciones en su último año como alavesista. Participó en ocho partidos de Liga y los cuatro partidos de Copa ante rivales como el Arenas de Getxo y Real Sociedad. Jugó su último partido con el Alavés un 20 de marzo de 1977 en el campo de Mendizorroza, en una goleada que el Alavés le endosó al Coruña en un duelo de "Deportivos" (5-1). Aquellos fueron sus últimos pasos por el fútbol profesional.
Fernando Montejo defendió los colores del Deportivo Alavés entre 1973 y 1977 (cuarto de pié por la izquierda). |
- Por entonces, Montejo contaba con 28 años de edad. No se sabe si siguió jugando de forma amateur o definitivamente abandonaría la práctica del fútbol. El caso es que sus mejores momentos como futbolista apenas duraron tres años, coincidiendo con el retorno del Alavés a la categoría de plata.
Sus números como babazorro se resumen en 55 partidos, 4646 minutos y dos goles. Eran otros tiempos en los que el fútbol era más una afición que una profesión, aunque se vivía incluso con más expectación que el balompié actual. Fernando Montejo dejó su recuerdo en aquellos duros campos en los que defendió los intereses de un viejo Deportivo Alavés.
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